sábado, 21 de enero de 2017

¿De tal familia..., tal problema...?



                                                       Familias Toxicas. Los padres son el pilar para un niño, sobre todo en los primeros años de vida. La influencia de los padres y la familia en la salud psicológica del menor es decisiva. Algunas de las maneras en que esta relación se convierte en tóxica o perjudicial para el niño, están relacionadas con características del sistema familiar y del rol que ocupan en la familia, así como con el estilo de crianza y las conductas de los padres.

Cuando el despertar a la adolescencia es la entrada en una pesadilla, comienza a transitarse un camino en el que la ciencia aún no vislumbra el amanecer. Aún no hay posibilidades de un despertar  hacia la autonomía, el ser dueño de la propia vida. . . hacia la adultez. Síntomas altamente sufrientes dejan a la persona a oscuras de por vida; remisiones que parecen auroras no son más que algunos destellos en la oscuridad.
Tomamos una población de adolescentes y jóvenes entre los 17 y 33 años, con patologías severas.
El común denominador entre ellos es que sus síntomas los inhabilita para satisfacer al menos una de las necesidades humanas básicas, como ser trabajo (o estudio), relaciones sociales, sexualidad, alimentación saludable, vivir con un mínimo elemental de placer y bienestar.
Otro común denominador es que sus familias nucleares o de origen son disfuncionales.
Hay dos tipos de disfunciones familiares altamente perjudiciales.
Una es, sostenida desde el contrato fundacional de la pareja parental, basada en vínculos contraproducentes para la salud física y mental. Estos vínculos están determinados por altos grados de competencia, alianzas cruzadas, escaladas simétricas, padres que no se pueden hacer cargo de los hijos desde determinadas edades, violencias explícitas y/o implícitas, de índole neurótica o provenientes de cuadros neurológicos, entre otros.
El otro tipo de disfunción familiar es la más patógena, está dirigida por personas cuyos rasgos principales son: certidumbre de ser superiores, poseer escala de valores deshumanizada y ausencia de empatía y por personas que los complementan desde características particulares. Estas personas no tienen como proyecto que los niños vayan adquiriendo la autonomía y la libertad correspondientes a cada etapa, hasta llegar a la exogamia.
En nuestra praxis terapéutica, es fundamental discernir de que tipo de familia se trata.
Ello define pronóstico y plan terapéutico. Hay que tener en cuenta que el diagnóstico familiar no es fácil ni rápido. Desde que en psicología se introdujo recientemente el tema de psicopatía, producto de evoluciones sociales, suele haber diagnósticos apresurados sobre este cuadro.



Psicologia Integradora 
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