domingo, 30 de abril de 2017

¿En qué se diferencia la tristeza de la depresión?



La tristeza es una emoción de la que solemos rehuir, aunque no podemos escapar de ella ya que a lo largo de la vida tenemos que lidiar con muchas situaciones que generan una profunda tristeza, como las pérdidas. 
 En realidad, la tristeza es una emoción, una reacción normal ante los eventos que nos afectan. Estar tristes no significa estar deprimidos, aunque a menudo las personas usan ambos términos indistintamente. Sin embargo, una tristeza profunda mantenida a lo largo del tiempo puede dar paso a un cuadro depresivo.
 De hecho, aunque la depresión suele tener un condicionamiento genético, situaciones como la pérdida de una persona muy querida o un gran fracaso pueden generar una enorme tristeza que podría desembocar en una depresión. Eso significa que, en mayor o menor medida, todos somos susceptibles de caer en las garras de la depresión, por lo que es importante conocer en qué se diferencia de la tristeza.
 
 ¿En qué se diferencian?

1. La tristeza es una emoción, la depresión un trastorno

La tristeza es una emoción y, como tal, tiene un valor adaptativo. Psicólogos de la Universidad de Indiana descubrieron que la tristeza provoca un mayor grado de activación fisiológica, el cual nos ayuda a lidiar con la pérdida. De hecho, si lo pensamos bien, tenemos más motivos para actuar cuando estamos tristes que cuando nos sentimos felices y satisfechos. 

Por otra parte, la depresión es un trastorno psicológico y la tristeza es solo uno de sus síntomas. Un cuadro depresivo se acompaña de sentimientos de angustia, inutilidad, desesperanza y una profunda apatía. La persona también suele sentirse culpable, le cuesta tomar decisiones y tiene problemas para concentrarse. En muchos casos aparecen además ideas suicidas.

2. La tristeza es pasajera, la depresión es duradera

Una investigación realizada por psicólogos de la Universidad de Lovaina, en Bélgica, ha demostrado que la tristeza es la emoción más duradera, tarda en desaparecer 240 veces más que el resto. Aún así, la tristeza sigue siendo una emoción “pasajera” pues no suele durar más de algunos días o, como mucho, pocas semanas. 

Sin embargo, la depresión es un estado crónico que se diagnostica después de que la persona ha estado al menos seis meses padeciendo los síntomas. En algunos casos se experimentan periodos de mejoría, pero estos no suelen ser muy largos.

3. La depresión nunca llega sola, se acompaña de abulia y anhedonia

Cuando nos sentimos tristes, es normal que no tengamos ganas de festejar e incluso podemos experimentar cansancio y falta de energía. Aún así, somos capaces de seguir adelante con nuestra rutina e incluso podemos disfrutar de pequeños placeres cotidianos que nos sacan durante un rato de nuestro estado de ánimo sombrío.

En la depresión se sufre de abulia y anhedonia, un estado de apatía, indiferencia y pesimismo que dura semanas o incluso meses. La persona siente que la tarea cotidiana más nimia, como hacer las compras, cepillarse los dientes o incluso comer, es una misión titánica carente de sentido. La persona deprimida pierde la iniciativa y no encuentra nada que la motive o le haga disfrutar.

¿Qué pasa cuando la tristeza no desaparece?

A lo largo de la vida atravesamos diferentes situaciones que generan tristeza y logramos salir de ellas. De hecho, muchas de esas situaciones sirven para fortalecernos y nos permiten enriquecer nuestro arsenal de herramientas psicológicas para la vida.

Sin embargo, cuando la tristeza se alarga y crees que no mejoras sino que cada vez te sientes peor, es recomendable pedir ayuda psicológica. La tristeza prolongada puede desembocar en una depresión. Si no logras volver a encontrar la alegría de vivir, te aíslas de los demás y te ensimismas en tus pensamientos negativos, puedes correr el riesgo de desarrollar un cuadro depresivo.

No es necesario que esperes a que la depresión siente casa, un psicólogo podrá ayudarte a superar la tristeza y retomar tu vida cotidiana. De hecho, debes tener en cuenta que mientras más esperes para buscar tratamiento, más aumentan las probabilidades de que aparezcan otros trastornos asociados que empeoren el pronóstico.

Un estudio realizado en la Universidad de San Diego reveló algunos signos que podrían advertirte que la depresión está en curso. Según estos investigadores, el 74% de las personas diagnosticadas con depresión comenzaron a presentar problemas para conciliar el sueño desde las primeras fases del trastorno, un 38% también tenían problemas de memoria y dificultades para concentrarse y un 50% indicó que se sentían fatigadas desde hacía mucho tiempo.

www.
psicarlostryskier.com.ar

martes, 4 de abril de 2017

CANNABIS MEDICINAL



Las investigaciones sobre sus componentes, sus efectos psicotrópicos y sus virtudes medicinales se multiplican desde hace medio siglo. Surgió un cúmulo de evidencias sobre sus posibles beneficios, que, entre otras razones, llevó a cambios en las políticas regulatorias de Suiza, Portugal, España, Holanda, Estados Unidos y Uruguay. Se necesitan más estudios para reunir información concluyente sobre la mejor forma de administración, y la seguridad y eficacia de su uso a largo plazo.
El uso medicinal de la Cannabis sativa es milenario. Los primeros registros datan de 2700 a.C., en Oriente, y hasta los años 30 del siglo pasado fue uno de los principales analgésicos. "Mucho antes de la aspirina y los opiáceos, más fáciles de producir y distribuir, se hablaba de sus efectos antiepilépticos y antiespasmódicos -precisa el psiquiatra Federico Pavlovsky, integrante de la comisión directiva de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA)-. En el siglo XIX, el psiquiatra Moreau de Tours se juntaba a experimentar con Balzac, Baudelaire, Dumas, Gauthier y Victor Hugo en lo que se llamaba el Club des Hachichins. En los últimos 100 años dejó de ser un remedio y pasó a la ilegalidad."
Aunque en el país no hay estadísticas, se calcula que la consume entre el 3 y el 4% de la población, de un millón a un millón y medio de personas, con distintas frecuencias. Su encuadramiento como sustancia ilegal no redujo su circulación, pero sí obstaculiza su estudio y las respuestas a los interrogantes que plantea: ¿es adictiva? ¿Es neurotóxica? ¿Es la entrada a otras drogas? ¿Puede inducir o potenciar manifestaciones psicóticas? ¿Qué diferencias de costo/beneficio arrojarían su regulación, su prohibición o su despenalización?
Sobre la primera pregunta, José Capece, psiquiatra especialista en adicciones y docente de Salud Mental de la Facultad de Medicina de la UBA, es terminante: "Se constató que es adictiva. Incluso está descripta la abstinencia. Pero el potencial adictivo es muy bajo: mientras el del tabaco ronda el 32%, el de la marihuana es de casi un 9%."
El síndrome de abstinencia se manifiesta por una intensa sensación de aburrimiento, que es una variable de la angustia, trastornos incisivos del sueño, corrimiento del ritmo circadiano (los pacientes se duermen y se levantan tarde) y pérdida del apetito. Entre las vulnerabilidades que favorecen la dependencia figura el déficit de atención, una condición frecuente que padece cerca del 10% de la población general. "Esas personas tienen una alta probabilidad de hacerse adictas porque el cannabis les genera una sensación de confort", dice Capece.
"No es inocua, ninguna sustancia lo es -destaca Rubinstein-. Por eso es importante conocer sus niveles de peligro y sus potenciales beneficios." Nuestro cerebro, agrega, posee un sistema de "endocannabinoides" (neurotransmisores similares a las sustancias activas del cannabis). "Si tomáramos el cerebro de cualquier persona y extrajéramos los cannabinoides endógenos, tendríamos entre 5 y 10 cigarritos de marihuana -ilustra-. Fabricamos compuestos que desde el punto de vista químico son un poco diferentes del THC, pero que desde lo farmacológico son idénticos; actúan sobre los mismos receptores cerebrales. Estos endocannabinoides actúan en lugares precisos del cerebro, son elaborados a demanda cuando un área está muy activa. Pero así como se liberan en cantidades importantes, rápidamente se degradan. En cambio, cuando uno consume productos de cannabis, éstos ingresan en todo el cerebro y tienen una vida media mucho más prolongada."
La interferencia de los cannabinoides de la planta con los del organismo cuando el cerebro está en desarrollo, como ocurre en la adolescencia, es peligrosa, especialmente si se hace de manera frecuente y en altas dosis, subrayan los investigadores. "Incluso sin llegar a la adicción, en la adolescencia el consumo es perjudicial -destaca Capece-. Puede alterar el desarrollo normal del cerebro en determinadas funciones neurocognitivas: por ejemplo, en la memoria, memoria de trabajo y coeficiente intelectual."
Coincide Rubinstein: "Un adolescente que todos los días fuma uno o dos cigarrillos de marihuana hipoteca su futuro. Los cannabinoides participan de muchas señales que tienen que ver en cómo se integran las neuronas en las diferentes redes. En adolescentes altos consumidores, puede producir daño irreversible".
La marihuana tiene más de 700 moléculas, algunas de las cuales son potencialmente activas. La más conocida es el THC, que es preponderantemente psicoativo. Otros, como el CBD, mostraron tener acción ansiolítica. Se cree que produce una modificación del umbral convulsivo en algunas epilepsias.
Uno de los médicos que más investigan los efectos del cannabis en niños es el neurólogo pediátrico Carlos Magdalena, del hospital Ricardo Gutiérrez. "El interés por su uso terapéutico explotó como demanda social en 2010 -explica-. Hay 45 aplicaciones demostradas fehacientemente. En epilepsia refractaria a los anticonvulsivantes, se obtuvo hasta un 79% de mejoría de las crisis sustanciales, más de 50% de mejoría en encefalopatía epiléptica. Mejora del estado cognitivo, el sueño, la conexión social, la capacidad de adaptación y la calidad de vida de toda la familia. Se usó en inmunología, en dolor... En autismo, se vio un despertar afectivo, visual, social y cognitivo."
Quedan muchos desafíos por afrontar. Para la médica uruguaya Raquel Peyraube, especialista en políticas de drogas, es importante tener en cuenta que los efectos pueden variar por la proporción y concentración de las sustancias que contiene, por la vía de uso (en comidas, por inhalación, en comprimidos, en aceite, en friegas), por el estado del sujeto y por el contexto en que se emplee.
"Tenemos que empezar con dosis muy bajas y ajustar la prescripción a la medida del paciente -subraya Peyraube-. Vamos a tener que cambiar los sistemas nacionales de salud; en siete minutos de consulta no se puede hacer." Otro problema es certificar los cultivos y someter las preparaciones a las reglas de buena manufactura. "El 80% de las preparaciones de los Estados Unidos están contaminadas con pesticidas, solventes, fungicidas, metales pesados o microorganismos -dice Peyraube-. Los productos deberán presentarse debidamente etiquetados, describiendo el contenido, la composición, las advertencias y precauciones."
La investigación de sus aplicaciones terapéuticas es un mundo por explorar. "Convivimos con las drogas y tenemos que saber cómo funcionan y cómo relacionarnos con ellas -concluye Rubinstein-. Así como entramos a la farmacia y están llenas de drogas reguladas, pero que pueden hacernos mal, hay otras que hoy están prohibidas y que tendremos que saber manejar. Ocurrió con el alcohol, y es un problema que no podemos controlar... Como sociedad tenemos que seguir aprendiendo cómo relacionarnos con el mundo que nos rodea, el natural y el fabricado por nuestra cultura."

Posibles usos medicinales

Alivio del dolor
Reducción de la inflamación
Estimulación del apetito
Reducción de vómitos y náuseas
Anticonvulsionante
Antiespasmódico
Inducción del sueño
Modulación del sistema inmune

www,psicarlostryskier.com.ar