lunes, 27 de octubre de 2014

CADA VEZ MAS GENTE VIVE SOLA




        Divorciados, viudos y hasta solteros sin hijos que apuestan al amor lo hacen cada vez más a través de un nuevo formato de pareja a la medida del siglo XXI: vivir en casas separadas.

Se trata de la tendencia “Living Apart Together” -LAT- (viviendo en casas separadas). Son parejas que priorizan el “estar juntos, pero no revueltos. Las más maduras, y que ya superaron la etapa de crianza de hijos, buscan el enriquecimiento personal y los más jóvenes, mantener su independencia.
Vivir separado de su pareja por elección, puede considerarse una alternativa positiva para relaciones duraderas, sobre todo, luego de haber sufrido malas experiencias por conflictos originados en la convivencia de romances anteriores .
Entre sus beneficios, se destacan la emoción de la vida propia, tener más temas de conversación con la pareja y más tiempo de hacer actividades que al otro no le gustan (por ejemplo, ver fútbol). Además, algunas personas optan por vivir separados para salvar la pareja o para mantener la independencia.
Hace tiempo que el matrimonio tradicional está en crisis.

A veces, las parejas viven en hogares separados. Otros comparten el cuarto una noche sí y otra no. Quieren tener mayor independencia. Esto ocurre marcadamente en parejas jóvenes, y se da ante nuevos paradigmas en la forma de relacionarse y vincularse. La pareja se puede llevar bien y tener una convivencia que escapa a la tradicional.
“Ahora hay mucha más aceptación de la diversidad de formato, y un mayor respeto por las necesidades individuales, que dejan de ser una mala palabra. Está socialmente bien aceptado, aunque el exceso del respeto por la individualidad puede conspirar contra la pareja”.
Tener y propiciar el reencuentro con la pareja permite abrir la puerta al misterio que dispara el deseo (no saber todo del otro) y el encuentro con el otro, permitiendo tener su propio espacio y a su vez compartirlo de común acuerdo y a la necesidad de la pareja.
La modalidad de las camas separadas, al parecer, tiene un correlato directo en la intimidad y el deseo. Sabido es que la rutina mata al amor, o lo adormece. Vivir en estado de novios o amantes es más seductor y hasta más erótico, evitando compartir lo indeseable, escapando de la costumbre y respetando a ultranza los deseos y tiempos personales. El sexólogo Juan Carlos Kustnetzoff, aporta: “Muchas veces mejora la sexualidad de la pareja”.
Este modelo no es apto para celosos. Para que funcione, es fundamental respetar los espacios de intimidad del otro. La confianza es fundamental”. Además, vivir separados es obviamente más costoso, porque hay que mantener dos casas.
Si bien la información no está sesgada en hogares unipersonales con pareja, la última encuesta anual de hogares de la Ciudad de Buenos Aires señala que en los últimos 30 años los hogares unipersonales casi duplicaron su participación, al pasar del 16 al 29%, en particular en las zonas norte y este donde su proporción alcanza el 35% y 37% respectivamente, reflejado también en la mayor construcción de monoambientes.
Esta modalidad se da, sobre todo, en parejas jóvenes y en aquellas cuyos vínculos están desgastados. En estas últimas, la elección de vivir en casas separadas es tal vez el último paso antes del divorcio. Y en ocasiones, sirve para que la pareja se rearme. Así, no vivir bajo el mismo techo puede ser una manera de volver a empezar.


Lic. Carlos Tryskier
www.psicarlostryskier.com.ar

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