martes, 18 de noviembre de 2014

La identidad en la persona con discapacidad desde la mirada psicoanalítica.



                                            

 Discapacidad, identidad, familia  y sociedad.

La familia ha cambiado

Desde la década del ’70 a la actualidad el concepto de familia se amplió, es más complejo y comenzó a incluir a lo diferente. Antes, la familia entraba en desasosiego cuando aparecía alguien con discapacidad, incluso se ocultaba a la persona. En esto hemos avanzado y ahora el sujeto con discapacidad tiene presencia y es un miembro más. Lo que no ha cambiado es la necesidad de que sean los adultos quienes legitimen al niño.
La mirada hacia la persona con discapacidad
Desde el psicoanálisis interesa el sujeto. La mirada hacia la persona con discapacidad es muy relevante. Si se habla de un pobrecito, probablemente la persona actuará como tal. Esto será distinto si la mirada es hacia alguien a quien debemos apoyar teniendo en cuenta sus necesidades.
Antes de que nazca un hijo, las personas tenemos una idea en mente relacionada con nosotros, nuestra infancia, etcétera. Si hay una marca, como la discapcacidad, esto puede recomponerse o no.
Nadie está preparado para el impacto que produce el diagnóstico de discapacidad, ya que nadie está preparado para lo desconocido. El diagnóstico precoz puede ayudar pero de todas maneras, el momento de encuentro es impactante. En esto pueden darse algunas reacciones en distintos momentos:
-        “Esto no nos pudo haber pasado”.
-        Bronca: “¿Por qué a nosotros?
-        Recuperación: Un acomodamiento mental.
-        Reorganización: Adaptación y búsqueda de soluciones.
Diferentes soluciones de la resolución del duelo
-         Elaboración del duelo por el hijo que se esperaba y se acoge al hijo de verdad.
-         Identificación del hijo con discapacidad con las carencias propias, viviendo solo para él, renunciando a un verdadero desarrollo personal.
Hay resoluciones que pueden ser conflictivas, por ejemplo, sobreexigencias que se le hacen a la persona para “compensar” la discapacidad y en esto se debe trabajar.
Proceso de separación-individuación
Este es un proceso que se realiza desde el comienzo de la vida, aunque la sobreprotección puede dificultarlo. Lo que no se gesta en la infancia, no se logra fácilmente en la adolescencia. Por eso debemos apoyar este proceso desde que el niño es pequeño.
También puede estar dificultado por lo que llamamos “comunicación restringida”: cuando la madre se ocupa de los cuidados del hijo con discapacidad, el padre debe trabajar para costear los gastos y se encuentra ausente.
Es importante que el chico no sea presionado por la expectativa sobre si “va a poder o no”. La seguridad que tengan los padres habilitará más posibilidades.
Adolescencia y sobreprotección
Los sobreprotegidos no aprenden a socializar con pares. Un chico con discapacidad intelectual necesita también salir de la familia para interactuar con otros. Muchos no tienen proyectos. La familia, a su vez, parece desconocer el paso del tiempo y muchas veces lo sigue mirando como a un niño.
Adolescencia y sexualidad
Es un tema que asusta a padres y a hijos adolescentes. Los adolescentes con discapacidad tienen fantasías, como cualquiera. Los padres tienen que acompañar la edad cronológica y emocional de su hijo.
Juventud e Identidad
Es necesario atender la identidad de la persona con discapacidad. Si un joven no puede unirse a su identidad, no puede ser. El síndrome de Down forma parte del chico. Los padres no deben esconderle este hecho ya que ellos son parte en la formación de la identidad.
Un joven requiere tener grupos de pertenencia. Hay que trabajar el tema de la amistad con personas con síndrome de Down como con cualquier persona.

Lic. Carlos Tryskier
www.psicarlostryskier.com.ar 

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