BUENA CRISIS, MALA CRISIS...
Carl Jung decía sobre la crisis de la mediana edad: “Desde la mitad de la vida hacia adelante, solo
permanece vital aquel que está preparado para morir con vida.”. Eso
significa que, en esa etapa de cambio de visión de las cosas, de renovación de
la personalidad, los gustos y las actitudes, quien la supera exitoso es quien
admite el final de otras etapas pasadas y acoge con serenidad la siguiente.
Por el contrario, hay personas a quien esa crisis de identidad
les confunde e inquieta, pensando en la vejez como algo próximo e inasumible, hasta
el punto de que desean volver a la juventud, adoptando actitudes y formas de
vestir y comportarse meramente juveniles, que les hacen verse desfasados y no
hacen más que complicar su transición a la edad madura. Otros, reaccionan en
actitud de huída, y rompen con sus costumbres, su hábitat o incluso sus
círculos familiares o sociales.
De ahí que exista un alto índice de divorcios, repentinos e
incomprensibles para los allegados, en hombres de esa franja de edad. Y algunas
personas llevan ese darse cuenta de la nueva etapa al ámbito de la desilusión,
la desgana y el sentirse fracasados o insignificantes, o demasiado “viejos” para seguir
soñando y teniendo nuevos proyectos, lo que conlleva un encerrarse en sí mismo,
renegar del mundo y temer la llegada de enfermedades, la senectud o la muerte.
La madurez no es una renuncia a los sueños de juventud, ni un
declive hacia la vejez, sino un nuevo comienzo desde la coherencia, la
retrospección y la ilusión madurada.
Lic.CarlosTryskier
www.psicarlos tryskier.com.ar
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