Nuestro cerebro se encarga de procesar datos, sin embargo, cada dato va cargado de sentimientos, sensaciones y creencias. Es un hecho que nuestro estado de ánimo influye en la manera en que guardamos recuerdos e influye, también, en los recuerdos que evocamos. Por lo tanto, cuando estamos de mal humor, tendemos a recordar detalles más negativos, de igual manera, cuando nos sentimos felices, nuestros recuerdos tienden a ser positivos.
Todos tenemos un hemisferio dominante, que es el que
determina como se ve y experimenta el
mundo. Cuanto más
dominante es un hemisferio sobre otro, más determina la conducta
y las percepciones. Usamos ambos hemisferios de forma
sincronizada, cambiando permanentemente su activación en una
ida y vuelta, para obtener los mejores beneficios de ambos.
El Dr. Bessel van der Kolk (1996) neurofisiólogo holandés, cuyo trabajo integra los
aspectos biológicos, psicodinámicos e interpersonales del impacto del trauma, encontró
que los traumas producen un desequilibrio en la sincronía de ambos hemisferios
cerebrales, con una marcada lateralización derecha (prevalencia del hemisferio derecho).
Esto implica que cuando se produce el trauma, queda fuera de conexión el hemisferio
izquierdo que es el que almacena los recursos, los sentimientos, pensamientos o
creencias positivas (necesarias para resolver la situación que el trauma produjo), y que
al desactivarte automáticamente, posibilita que el control de la situación pase al
hemisferio derecho, que es por el contrario, el que almacena el trauma, los sentimientos
y pensamientos o creencias negativas y que, entre otras muchas funciones, nos protege
con su desconfianza y alerta de los peligros reales que acechan en la vida.
La patología aparece cuando la comunicación entre los dos hemisferios se bloquea
parcial o totalmente. Esto ocurre cuando la persona vive una situación estresante, o está
en shock, o cuando está incrédula. En ese momento los hemisferios cerebrales pierden la
capacidad de comunicarse y adaptarse, apareciendo los síntomas de la perturbación
(Solvey & Solvey, 2006).
Las Técnicas de Integración Cerebral (Técnicas de las gafas hemisféricas y
Técnicas de un ojo por vez), son dos nuevos métodos terapéuticos, pertenecientes a las
Técnicas de Avanzada (Solvey & Solvey 2000),que están basadas en los nuevos
paradigmas de las neurociencias respecto a las funciones cerebrales y que, con un
abordaje completamente diferente a los tradicionales, obtienen modificaciones en las
respuestas neurofisiológicas del cerebro frente al hecho perturbador y, como resultado de
esto, se produce la resolución de la sintomatología.
Hasta ahora las terapias “parlantes” intentaban cambiar el pensamiento del
paciente con respecto al problema y consideraban que la curación de los cuadros
emocionales debe ser necesariamente lenta, trabajosa y sufriente.
Recientemente y con la Técnicas de Integración Cerebral, la intención no es cambiar el
pensamiento del paciente con respecto al problema, sino un cambio en la neurofisiología
existente en el momento de pensar, mediante diferentes abordajes, cambiando en
contenido de los pensamientos y de las emociones, así como su importancia relativa.
CÓMO ACTÚAN Y QUÉ EFECTOS SE CONSIGUEN:
La emoción inapropiada produce un desequilibrio eléctrico entre ambos
hemisferios cerebrales, y como consecuencia, se mantienen las emociones disfuncionales
en forma intacta.
Con las Técnicas de Integración Cerebral, se consigue el intercambio de
información por medio del cuerpo calloso (que es la parte cerebral que los une) y con
ello, que aumente la capacidad de comunicarse entre sí: al cotejar y ligar rápidamente
emociones y creencias negativas que pertenecen al hemisferio cerebral derecho, con las
soluciones y recursos del hemisferio cerebral izquierdo lográndose la integración-, se
consigue la modificación de pensamientos y sentimientos negativos, y con ello se
adquiere por parte del sujeto, una visión más realista, viable y adaptativa de percibir su
entorno y a sí mismo.
En
lugar de llevar meses o años de las convencionales "terapias parlantes", se trabaja rápida
y eficazmente en un número reducido de sesiones, llegando incluso en determinadas
ocasiones y tipos de personas, a lograr resolver un problema en una sola sesión.
Esto es también valido para la comparación de los resultados que se logran, de
modo que no sólo se consigue velocidad (importante cuando se está inmerso en una
disfunción y/o problema que en muchos casos genera una gran angustia) sino que
también se logra una modificación apreciable o una curación definitiva de la
sintomatología perturbadora que incomoda el día a día de la persona afectada por
distintos cuadros psicopatológicos como los trastornos de ansiedad, ataques de pánico,
fobias, trastorno obsesivo-compulsivo, estrés postraumático, depresiones, trastornos
disociativos y condiciones somáticas… etc.
Revisado por el Lic. Carlos Tryskier
www.psicarlostryskier.com.ar
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