Distanciamiento
entre los deseos masculinos y los femeninos.
Las mujeres buscan el contacto íntimo a través del juego, las caricias, las
palabras, la piel, en definitiva, a través de la sensualidad.
Sin embargo, el
hombre suele afrontar este acercamiento con la finalidad de llegar al coito.
Estos diferentes puntos de vista sobre el sexo pueden provocar el alejamiento
físico de la pareja. Ella ya sabe cómo va acabar la historia por lo que no la
motiva iniciar el acercamiento; él no concibe el juego sin penetración y no
entiende porque ella comienza algo que luego no quiere acabar. Por lo que ambos
van aplazando los encuentros sexuales hasta que estos llegan incluso a
desparecer.
Cotidianeidad. La seducción y la
pasión se apoderan de los primeros momentos en la vida de una pareja. Después,
otras situaciones, como los proyectos de futuro y las preocupaciones que estos
suelen conllevar, van restando tiempo y protagonismo al sexo. Cuando se
asientan las bases de una relación, en ocasiones se asientan también la
posesión y la rutina, capaces de erosionar el erotismo y destruir el deseo. Si
dejamos que esto suceda, un buen día nos preguntaremos ¿qué pasó con la
atracción que sentíamos?
Desarreglos en el deseo. La
sexualidad, tanto en el hombre como en la mujer, suele pasar por momentos de
alti-bajos que hay que saber detectar y superar. No siempre se tiene ganas,
pero si dejamos que esta inapetencia se acomode en la relación, llegará un
momento en que nunca se volverá a sentir deseo sexual y terminara
naturalizándose como dice la canción : “hacemos el amor cada muerte de obispo” .
Está comprobado que contra menos relaciones sexuales se tengan, menos necesidad
hay de ellas. Una vez descartados factores físicos que puedan estar frenando la
acción del deseo sexual (a través de un chequeo médico), habrá que estudiar los
factores emocionales y psicologicos que están desactivando esta faceta de la
vida conyugal.
La llegada de niños al hogar. Los
hijos se convierten en el mejor anticonceptivo de una pareja, puesto que las
relaciones sexuales pasan a un segundo plano, sobre todo en los primeros años
de vida. La responsabilidad y el trabajo que da este pequeño nuevo miembro,
mata cualquier síntoma de erotismo. En aprender a administrar el tiempo entre
familia y pareja, está la clave para superar este escollo para el sexo.
El abandono de las demostraciones diarias
de afecto. Si las caricias y los besos se reducen a las relaciones
sexuales, instintivamente éstas acaban por rechazarse. Al reducir la ternura
como vía para llegar al coito, se está eliminando uno de los mejores elementos
del sexo: el factor sorpresa. Además, resulta molesto que el amor se demuestre
en apenas 15 minutos semanales. Y el resto del tiempo, ¿no hay sentimientos?
Las demostraciones afectivas en una pareja se convierten en una necesidad
básica y permanente.
Pérdida de la pasión. La pérdida de la
pasión no equivale a la pérdida del deseo. El sentimiento del deseo puede estar
latente, pero no se proyecta a la pareja porque ésta ya no nos erotiza como
antes. El paso del tiempo es mal aliado y puede convertir el objeto de nuestros
deseos sexuales en el objeto de nuestras necesidades familiares, transformando
a nuestro compañero/a en fiel reflejo de nuestro hermano/a, padre/madre. Cuándo
se llega a esta situación poco se puede hacer para recuperar la visión de la
pasión sobre la persona que está a nuestro lado.
Lic CarlosTryskier
www.psicarlostryskier.com.ar
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