Caprichoso
porque ama tan pronto como deja de amar. Ciego porque cuanto más viva es una
pasión, más lejos nos encontramos del pensamiento reflexivo.
Hesíodo juzgó
a Eros como el más bello entre los dioses inmortales porque relaja los miembros
y somete en el pecho al corazón.
Desde la concepción occidental las flechas de EROS fulminan en forma
instantánea como un relámpago (caer enamorado), provocado por un agente externo
(cupido), por ello en la mitología griega aparece como una pasión, como una
alteración del ánima (alma), tan
irracional como la ira, la envidia, la alegría o el odio.
Se anuda amor y sufrimiento valorándolo
como un signo de virtud y heroísmo.
Otra idea heredada es el mito griego
del Andrógino, antecedente de la media naranja, y remite a un único amor en la
vida que me complete (alma gemela).
Se relaciona con el flechazo que
enamora a primera vista por una primera intuición relacionada a lo físico.
El flechazo hipnotiza, fascina, se
cae enamorado. En la mitología griega no hay amores que surjan de otra manera.
Como toda intuición el flechazo es
falible y supone altas dosis de idealización. el amor también puede tener otras
formas, ser a fuego lento: conocer, compartir, aceptación del otro tal cual es,
etc.
Spinoza supone al amor como
presencia-accion y no presupone el sufrimiento de nadie y reconoce que toda
pasión es perecedera.
En cambio la
concepción platónica del deseo como ausencia también contribuyó a que Occidente
generara una idea sobre el amor tan estrechamente asociada al sufrimiento. No
hace falta haber leído a Platón para suscribir esta teoría que está presente en
el sentido común, en las páginas de filósofos como Schopenhauer o Sartre, y en
la bibliografía psicoanalítica.
Esta
concepción es expuesta por Platón en el Banquete e identifica al amor
con el deseo. Sólo podemos desear aquello
de lo que carecemos, afirma Sócrates, y si deseamos lo que tenemos es
exclusivamente por miedo a perderlo.
En base a esta
idea muchos han creído que la insatisfacción es un mandato fatal que signa a la
condición humana. Sería imposible disfrutar de lo que se posee, ya que cuando
algo bueno se nos brinda, empezaríamos a aburrirnos a paso firme.
Si la persona
que nos gusta corresponde a nuestro amor, ya no nos resultaría pues tan
deseable. Extrañamos a la persona que amamos pero cuando la vemos la intensidad
de nuestro amor disminuye.
Deseamos más
su ausencia que su presencia. De allí que esta idea platónica sea conocida como
la concepción del deseo como ausencia.
Fragmento de
Artes del buen vivir, Kreimer.
Revisado
por Lic. Carlos Tryskier
www.psicarlostryskier.com.ar
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