Discapacidad, identidad, familia
y
sociedad.
La familia ha cambiado
Desde la década del ’70 a la actualidad
el concepto de familia se amplió, es más complejo y comenzó a incluir a lo
diferente. Antes, la familia entraba en desasosiego cuando aparecía alguien con
discapacidad, incluso se ocultaba a la persona. En esto hemos avanzado y ahora el sujeto con discapacidad tiene
presencia y es un miembro más. Lo que no ha cambiado es la necesidad de que
sean los adultos quienes legitimen al niño.
La mirada hacia la persona con
discapacidad
Desde el psicoanálisis interesa el sujeto. La mirada hacia la
persona con discapacidad es muy relevante. Si se habla de un pobrecito,
probablemente la persona actuará como tal. Esto será distinto si la mirada es
hacia alguien a quien debemos apoyar teniendo en cuenta sus necesidades.
Antes de que nazca un hijo, las personas
tenemos una idea en mente relacionada con nosotros, nuestra
infancia, etcétera. Si hay una marca, como la discapcacidad, esto puede
recomponerse o no.
Nadie está preparado para el impacto que produce el diagnóstico de
discapacidad, ya que nadie está preparado para lo desconocido. El diagnóstico
precoz puede ayudar pero de todas maneras, el momento de encuentro es
impactante. En esto pueden darse algunas reacciones en distintos momentos:
- “Esto
no nos pudo haber pasado”.
- Bronca:
“¿Por qué a nosotros?
- Recuperación:
Un acomodamiento mental.
- Reorganización:
Adaptación y búsqueda de soluciones.
Diferentes soluciones de la resolución
del duelo
-
Elaboración del duelo por el hijo que se esperaba y se acoge
al hijo de verdad.
- Identificación del hijo con discapacidad con las
carencias propias, viviendo solo para él, renunciando a un verdadero desarrollo
personal.
Hay resoluciones que pueden ser
conflictivas, por ejemplo, sobreexigencias que se le hacen a la persona para
“compensar” la discapacidad y en esto se debe trabajar.
Proceso de separación-individuación
Este
es un proceso que se realiza desde el comienzo de la vida, aunque la
sobreprotección puede dificultarlo. Lo que no se gesta en la infancia, no se
logra fácilmente en la adolescencia. Por eso debemos apoyar este proceso desde
que el niño es pequeño.
También puede estar dificultado por lo
que llamamos “comunicación restringida”: cuando la madre se ocupa de los
cuidados del hijo con discapacidad, el padre debe trabajar para costear los
gastos y se encuentra ausente.
Es importante que el chico no sea
presionado por la expectativa sobre si “va a poder o no”. La seguridad que
tengan los padres habilitará más posibilidades.
Adolescencia y sobreprotección
Los sobreprotegidos no aprenden a
socializar con pares. Un chico con discapacidad intelectual necesita también
salir de la familia para interactuar con otros. Muchos no tienen proyectos. La
familia, a su vez, parece desconocer el paso del tiempo y muchas veces lo sigue
mirando como a un niño.
Adolescencia y sexualidad
Es un tema que asusta a padres y a hijos
adolescentes. Los adolescentes con discapacidad tienen fantasías, como
cualquiera. Los padres tienen que acompañar la edad cronológica y emocional de
su hijo.
Juventud e Identidad
Es necesario atender la identidad de la
persona con discapacidad. Si un joven no puede unirse a su identidad, no puede ser. El síndrome de Down forma
parte del chico. Los padres no deben esconderle este hecho ya que ellos son
parte en la formación de la identidad.
Un joven requiere tener grupos de
pertenencia. Hay que trabajar el tema de la amistad con personas con síndrome
de Down como con cualquier persona.
Lic. Carlos Tryskier
www.psicarlostryskier.com.ar