
En una entrevista que le hicieron a Miller,
principal discípulo (y yerno) de Lacan le preguntaron qué es
verdaderamente amar. Y dijo algo fabuloso: “Amar verdaderamente a alguien es
creer que amándolo, se accederá a una verdad sobre uno mismo. Amamos a aquel o
aquella que esconde la respuesta, o una respuesta a nuestra pregunta: “¿Quién
soy yo?”.
Lacan también decía algo que se malinterpretó muchas veces: “el Amor siempre
es reciproco”. Explica Miller en esa entrevista: “No quiere decir que basta con
amar a alguien para que él lo ame. Eso sería absurdo. Quiere decir: “Si yo te
amo, es que tu eres amable” (amable en el sentido de ser alguien a quien se
puede amar, que genera amor en otros, aclaración mía que no figura en la
entrevista). “Soy yo quien ama, pero tú, tú también estas implicado, puesto que
hay en ti algo que hace que te ame. Es reciproco porque hay un ir y venir: el
amor que tengo por ti no es solo asunto mío, sino también tuyo. Mi amor dice algo
de ti que quizás tu mismo no conozcas.” Eso no asegura en absoluto que al amor
de uno responderá el amor del otro: cuando eso se produce siempre es del orden
del milagro, no se puede calcular por anticipado”.
¿Y qué pasa con la culpa? ¿Qué pasa cuando no logramos darnos permiso ni
siquiera para sentir? Desde el Psicoanálisis se nos propone desvictimizarnos,
salir del lugar de la victima, la victima de las circunstancias y del tormento
interior y, en consecuencia, en vez de decir “me siento culpable” asumir la
responsabilidad por lo que sentimos. Una “ética de la responsabilidad” es salir
de la “ética de la culpa”…. Claro, no es fácil. La culpa nos paraliza, no nos
deja actuar… En definitiva, la culpa nos deja en suspenso, y logra que no
avancemos… Nos hace el juego, es funcional a nuestros miedos mas ancestrales de
salir del cascarón, de ser un objetito, y transformarnos en sujetos de pleno
derecho y deseo.
Si sentimos culpa, NO TENEMOS OBLIGACION DE ACTUAR!!!!! La
culpa, en definitiva, nos conviene…
Actuar por culpa tiene, en la mayoría de los casos, un efecto aniquilador:
cuando decidimos algo en contra de nosotros mismos y por la culpa que nos
genera algo o alguien, vamos a terminar, sistemáticamente, haciéndole pagar un
alto precio a quien parecería ser el beneficiario de nuestro sacrificio. Cuando
las cosas no las hacemos por amor genuino sino por culpa, algo del orden de la
agresión y del odio se va a traslucir en nuestras acciones.
Porque le hicimos
cargar a ese supuesto beneficiario con todo el peso de no haber asumido
nosotros mismos lo que realmente queremos. Cuando en realidad, la
responsabilidad siempre es nuestra, aunque no la asumamos.
Lacan decía que la culpa nacía de haber cedido al deseo. No importa en qué
plano. Para la mente da lo mismo si se fantasea o si se lleva a la realidad.
Algo del deseo mas genuino se asomó y la culpa aguijoneó.
Otra de las consecuencias de vencer la culpa y asumir la responsabilidad es
que no queda mas remedio, de esta forma, que empezar a tomar las riendas de la
propia vida, y eso también es hacerse responsable de los demás y de lo que
vamos generando cuando nos convertimos en personas “amables” al decir de
Miller. Dicen algunos que el sujeto que surge de la responsabilidad no necesita
refugiarse en la culpa, solo responder a su deseo. El deseo que lo transforma
en un sujeto y que le permite salir de su eterno rol de paquete, de objeto.
Hacerse cargo de los propios sentimientos es muy difícil. Pero absolutamente
imprescindible.
La valentía y la verdad van de la mano. La mentira se escuda en la cobardía,
son socias. El silencio, muchas veces, es un cómplice.
Prestemos atención a los sentimientos que nos generan las personas y a los
que generamos nosotros en los demás. A veces son una buena señal de como
estamos internamente respecto al resto de cosas y no solo respecto a lo que
aparece como lo mas directamente involucrado.
Sin valentía y sin responsabilidad no hay forma de acercarse al milagro del
Amor compartido. Pocas veces es posible siquiera que se nos presente la oportunidad
de conocerlo. Todo lo demás, es pura farsa.
Revisado por el Lic. Carlos Tryskier
www.psicarlostryskier.com.ar